There's too much caffeine in your blodstream and a lack of real spice in your life.
Y a eso de las dos de la tarde llego bastante apresurada y con el pelo como si hubiera salido del medio de un torbellino, buscando un pupitre en el cual ubicarme. Cuando mi cerebro hace una mini pausa de todo ese apuro,  lo único que logro distinguir entre todas las personas que habitan el aula es a él. Esa mirada color café profunda, esos pocitos que se le hacen cuando sonríe (esa sonrisa que ilumina hasta el día mas gris)...  De solo verlo mi día cambió.  De pasar a ser totalmente malhumorado por el viaje, mi familia molesta, la gente caminando y chocándote, la media falta por llegar tarde y el frizz de mi pelo,  paso a ser un día totalmente lindo, con el sol brillando, mi pelo planchado (las ilusiones que crea el amor!), mi familia una armoniosa y ejemplar, la gente de pronto armaba una coreografía en la calle y caían flores de todos lados. Mientras el profesor expendía de su boca cataratas de palabras carentes de sentido, yo dibujaba corazones con crayones en todo papel que encontrara. En mi cabeza solo había primaveras. Pero el día se te puede derrumbar solo con un toque de realidad: lo miro y le sonrío, esperando otra sonrisa a cambio, esperando un “oh amada mía” (si, muchas novelas)  esperando aunque sea un solo gesto.  Pero  me mira como si fuera solo aire, y se da vuelta. Así como si nada, como si nadie le hubiera expresado ningún tipo de sensación, sentimientos o como el lector prefiera llamarlo. Me sentía tan invisible, tan poco importante. Acto seguido en el salón entraron nubes que emergían del suelo (¿?) y una terrible lluvia cayó sobre mi cabeza.  Oh! Revolucionario mundo del amor adolecente, deja de cambiar mis estados de ánimo como si fueran cartuchos de una impresora.